Hace unos días te vendimos a gran precio, tu sangre. Pero Tú igual nos redimes y nos quieres, pues con tu resurrección has vencido a la muerte para darnos vida. Te has aparecido a tus hijas en la mañana y nos has invitado a Galilea.
Señor ¿a qué se debe tu amor? Cuál es la causa de tu amor, pienso que es el mismo amor, porque Tú eres el sumo amor, el sumo bien, la suma belleza que atrae la mirada de todo pecador.
En la cruz, ante la mirada mundana, no atraías, porque estabas desecho de pies a cabeza. Ahora te presentas vivo y glorioso y para que no nos quepan dudas nos muestras las huellas de los clavos a través de Tomás.
Señor ayúdanos a vivir esta Pascua como Tú quieres que se viva, para que así en Pentecostés, como verdaderos jóvenes apóstoles, juntos con nuestro hermano Pedro salgamos a anunciar el maravilloso misterio de tu Resurrección. Imploramos la protección de María que perseveraba en oración unida a tus apóstoles, nuestros amigos.